Con este título queda resumida la jornada del sábado en Leire.
Después de la prospección viene la exploración, así que nos dirigimos a Leire para explorar diversas cavidades localizadas anteriormente, una de ellas en colaboración con alcalde de Bigüezal, indispensable ayuda para determinar y localizar viejas cavidades del catálogo.
Empezamos con una cueva que andábamos tiempo persiguiéndola, hasta que Fernando nos llevó a la boca recordando cuando iba de txiki.
La cueva tiene unos 100m de desarrollo, con alguna pequeña sala lateral de techo bajo. Destacan los techos con formas erosionadas de colores ocres por la gran cantidad de material ferroso entre la caliza, lo que nos hace pensar en la utilización de la cueva como mina. En su fondo encontramos suelos negros de carbón por el fuego utilizado para dilatar la roca y extraer más fácilmente el mineral. El suelo en algunas partes de la cueva parece estar excavado, y las paredes aparecen llenas de líneas de percusión para la extracción del material. Estas teorías quedan en el aire para confirmarlas más adelante.
Por el final de la cueva se abre una estrecha galería por la que se progresa en la misma dirección que la ancha galería de arriba. La progresión por esta galería se hace imposible al notar un anormal aumento del ritmo respiratorio, lo que nos hace suponer cierta acumulación de CO2 y decidimos dar media vuelta.
Una vez terminada la topo vamos a bajar otras dos simas que quedan por la zona. La primera con un resultado de 8-10m de sima con su fondo colmatado. Y la segunda, una sima en una diaclasa que progresa en su parte alta descendiendo en su avance dos pozos de 7m, el primero cerrado, y el segundo con una pequeña apertura en el suelo con corriente de aire frio que congela a los que están esperando la progresión. Una vez llegados a este punto, y visto que la progresión depende de retirar piedra, damos por terminado el día.
Participantes: Arturo, Jaime y Torra.